jueves, 24 de diciembre de 2009

CONVENCIONES


Si existe en la vida algo que prescinda de total espontaneidad y sorpresa; eso no es otra cosa que una convención.
Las convenciones que ocasionalmente embarran nuestra rutina, son sucios pactos en los cuales cabe la posibilidad de que nuestra decepción sea fuertemente atacada. Pues mientras transcurre su desarrollo, algunos ojos ya han observado cada acción de su pertinente repertorio. Y son estos mismos ojos los que, tristes y cansados, se acostumbran a vivir la misma escena en repetidas ocasiones.
Todos aquellos otros factores externos decoran sutilmente el ambiente, aportando una conducta acorde a la situacion. De esta manera, un nuevo mundo pareciera surgir desde las raíces mas adversas y todo acontecimiento oscuro se va disfrazando de un brillante color rosa. Entre risas y muecas, saludos y deseos; los enojos y peleas fingen permanecer ocultos.
Admiro enormemente la gran capacidad de cambio que otorgan las convenciones. Si hay algo que merece mi reconocimiento, no podria dejar de destacar las infinitas posibilidades que pueden disfrutarse al presenciar algunas de las convenciones. Son como mágicos trucos que todo lo pueden.
Que esfuerzo que he hecho. Cuanto me ha costado citar esas ultimas palabras y contribuir con una cuota mas de mentiras. No vayan a creer que realmente pienso asi. Es solo un simple discurso acorde al tema. Con algo de ironía puede desahogarme y pasar desapercibido antes todos esos ojos que tan sorprendidos estan. ¿Como podrían creer que yo pensaría que esas malditas convenciones son algo tan sagrado y mágico? ¿Como podrían pensar que necesitamos de ellas para continuar con nuestra rutina? Sinceramente las convenciones me dan asco. Ver tantos rostros alegres, tantos deseos, tanto olvido. Es un suceso que he comenzado a odiar.
Recuerdo que cuando era un niño, no tenía posibilidad de elegir. Tan pequeño e indefenso solo miraba a mi alrededor y el panorama que veía me limitaba a seguir los pasos que todos hacían. De esta manera yo tambien reía, deseaba, abría regalos, y me sorprendía con los hechos que sucedían durante cada convencion. Pensaba que ellas eran algo fantástico. Y eso es claro pensarlo cuando uno apenas tiene 8 años. ¿Como no iban a sorprenderme las sorpresas y los mundos de magia que todos los mayores me dibujaban?.
Pero el tiempo ha pasado queridos compañeros. Quizás alguna suerte me ha permitido madurar y darme cuenta de las cosas. Ahora todo es tan distinto al pasado. Ahora veo de frente la realidad que me embestía por aquellos dias y creo que es razonable mi enojo con esas asquerosas convenciones. Ahora, con una mente mas abierta y unos ojos desempañados, las convenciones son como un libro leído por su propio escritor, son como observar una película acompañados del mismísimo director, son como el resultado final de un juego arreglado por dinero. Las convenciones son algo innecesario que pueden llegar a herirnos si no sabemos movernos al mismo ritmo de sus pasos. Son un show que puede decepcionarnos si nos mantenemos solida nuestra esperanza. La convencion es el sinónimo de una traición y el antónimo de lo espontaneo.
Los hechos espontáneos son aquellos hechos que necesitamos. Necesitamos de su presencia, fugaz y efímera; esa que en su suma naturalidad nos refresca el alma de alegría y suspiros profundos. Necesitamos reír con sus ocurrencias improvistas y dar carcajadas infinitas cuando el gran humor de lo espontaneo nos contagia su verdadera esencia. Esa esencia que si parece ser mágica y que jamás va a traicionarnos. Lo espontaneo sera sincero con nosotros y nos dirá la verdad a la cara, pero nunca jamás va a darnos un apretón de manos guiñándonos un ojo.


martes, 15 de diciembre de 2009

DISCUSIONES

El ser defiende una postura: tener una verdad. Su voz, agraviada por las noches de bohemia, casi muerta, aplastada por el propio peso de la vida; defiende a gritos insoslayables los fundamentos que la sostienen. Conforme pasa el tiempo, este ser cree tener una certeza absoluta respecto a determinado tema, pero nada de esto resulta ser real.
La existencia del hombre cierta vez es auténtica. Podríamos citarlo así luego de observar nuestra vida, notando que respiramos, sentimos, lloramos, morimos. Analizando cada uno de los factores que conforman nuestra finita existencia obtendríamos una verdad: existimos. No obstante, y a pesar de que dicha verdad sea una verdad sólida y monumental, no podríamos considerarla como una verdad absoluta. Pues lo único cierto es que existimos pero jamas podríamos establecer con gran veracidad cual fue el motivo que facilito nuestra existencia. Jamas podríamos obtener alguna respuesta al preguntarnos: ¿porque existimos?.
Es así que solo existe una verdad partida por la mitad y es esta misma de la cual podríamos asegurarnos de ser portadores. Lejos quedarían todas las otras creencias que fuertemente solemos defender. Nada mas existe que la verdad de nuestra existencia en algún lugar y tiempo.
En los tiempos que corren, los tiempos corren rápidamente. Los censos varían, las probabilidades fluctúan, las balanzas suben y bajan, y la única verdad es la de sentir que estamos vivos, existiendo. Hoy todo resulta ser tan cambiante que nadie puede sentarse sobre alguna piedra sin esperar que algún viento pueda moverla de lado. Las fuentes de información son falsas. Lo que dicen todos los demás es falso. Las voces que proclaman grandes veredictos sufren la influencia de genes ajenos y mientras sus palabras golpean la atmósfera, van sepultando los discursos anteriormente citados. Todo se convierte en un gigante libro compuesto de ingratas palabras que millones de personas han expulsado por el gran buzón que habita en el órgano de su expresión oral. El libro vive dentro del mundo artificial que la tecnología ha regalado y que el hombre, ha maltratado insanamente para llenar y volver a llenar sus paginas parafraseando viejas oraciones.
Finalmente la realidad (cada día mas fantástica y parecida a una ficción) es una mentira y ahora, la única verdad del hombre es su falsa existencia. Resulta casi un desenlace lógico y algo cómico al analizar dicha cuestión. Pues es sabido que el hombre, cargando con esta existencia de plástico, no puede vivir tranquilamente. Así vemos un claro ejemplo cuando, en plena acción de inexistente verdad, el hombre deja hasta su alma en los campos de batalla de las discusiones.
Al enfrentar a su oponente, de entre sus cejas ceñidas y su frente húmeda, expulsa su tesis sobre el tema debatido e inocentemente sufre como un nervioso mental. Su oponente responde con fundamentos completamente opuestos a los suyos y de la suma de los errores de ambos bandos nace el fruto mas absurdo de los frutos absurdos: la discusión.
La discusión resulta ser el producto de grandes mentiras arrastradas con el tiempo. Mientras la misma se desarrolla ambos lados opuestos reniegan de abandonar su postura y evitan intentar comprender lo que el contrario trata de explicar. Las discusiones resultan ser un circulo vicioso en el que por largo tiempo damos vuelta, para perder finalmente el hilo de la cuestión. Precipitándose el infinito final, ya ni se recuerda el motivo por el cual se discute y ambos lados solo aumentan su inexistencia y su gran ignorancia y necedad. En dicho debate ninguno de los dos esta concientemente seguro sobre que piedra esta parado y solamente la falsa existencia puede soplar como un viento arrollador moviendo piedras al lugar que se le antoje.