sábado, 6 de marzo de 2010

APARIENCIAS


Si tan solo el mas inteligente de los burros trataría de actuar razonablemente o preguntarse que es lo que hace aquí parado, cientos de contradicciones permanecerían dormidas dentro un sólido baúl. Pero hace ya mucho tiempo que la tapa de aquel cofre ha sido abierta y hasta hoy en día la carencia de espontaneidad, originalidad e ideales continua enmascarando a una sociedad convencional. El hombre que acompaña con un coro al unísono florece en cada esquina como margaritas en primaveras, y aquel hombre que en un grito insoslayable intenta emitir su mensaje, es atacado por la prensa que en su grito aun mayor, modifica, corrompe o sentencia sus anhelos. La mierda del mundo emerge a borbotones cuando una especie de fiebre amarilla vaga sobre las cabezas de los hombres. El campo tiene el silencio tan parecido como la voz callada de aquellos que sueñan con revoluciones y la ciudad es un tablero de ajedrez donde cada uno sueña con no ser un pobre e indefenso peón. Los gritos que llegan hasta el cielo son eternos pero silenciosos y los restantes, tan ruidosos y cínicos, protestan por no ser protestados. Los reyes y las reinas se unen en pacto de conquista y avasallan las demás piezas. La partida rápidamente obtiene un ganador y al caer la luna toda la historia vuelve a repetirse cuando el sol comienza a amanecer.
El hombre es una pieza, una diminuta pieza que participa del juego. Ciertas veces planea estrategias y sigilosamente va moviendose a espaldas ocultas de los demás. En otras ocasiones, su jugada es vislumbrada por la mayoría y si la misma no es lo suficientemente convincente, allí se hacen presentes el rey y la reina para derrocarla. Esta pareja fiel todo lo desea, pero no siempre lo obtiene todo.
El pacto establecido entre los máximos directores del gran juego es un tanto previsible y es tan vulnerable como algunas estrategias. Solo se necesita de una mínima cuota de reflexión y de un ataque fuertemente estructurado para desequilibrar el orden de su columna. En estas situaciones, los pasos llevados a cabo no admiten posibles equivocaciones, leves cuotas de piedad o algunas raciones de ignorancia; aquel hombre que se equivoca espera su mortalidad, aquel que ofrece su piedad es masticado por los dientes que lo rodean y aquel pequeño cerebro ignorante es, en este ambiente hostil, una presa fácil.
Si el turno llegase de pronto, la tranquilidad debe gobernar el pulso de las muñecas y la cabeza debe llenarse de la mismísima frialdad que contiene la mirada del asesino antes de fusilar a sus víctimas. Si bien aquí no se comete ninguna clase de crimen, es conveniente que la conciencia este preparada a la altura de las circunstancias para no dejarse asesinar por la inquietante espera que antecede a las acciones. Es el tiempo de espera aquella vacuna de nervios que de repente puede inyectarse por debajo de la cervical y esta posibilidad no resulta ser muy aconsejable. Luego de que el tiempo de espera se haya podido controlar, se procede a actuar lenta y razonablemente; sin apuros ni estupideces.
Finalmente, toda nuestra vida estamos jugándola en un juego que responde a un acción llamada "vivir". Viviendo vamos jugando y jugando vamos viviendo. Las estrategias de la partida son planes tan similares a los que se realizan cuando, como arduos estrategas, planeamos las vacaciones. La correlatividad entre nuestra vida y nuestro juego es tan intensa que en un punto es un solo piolín por el que mantenemos el equilibrio. En un punto, el juego y la vida son uno solo y luego vuelven a separarse mínimamente para mantenerse íntimamente relacionados. Desde ambos lados observamos nuestros movimientos y ciertas veces los analizamos. En algunos días recordamos haber sido derrumbados por los vientos de la vida y entre cientos de turnos viajan las memorias de las estrategias que resultaron victorias y las que no tanto. Luego, nuevamente sobre ese único punto nos vemos tan inertes como pájaros enbalsamados y comenzamos a soñar construyendo escaleras hacia las nubes.

martes, 23 de febrero de 2010

MATRIMONIO


Tiempo atrás he mencionado el prolífico planeamiento que se escondía detrás de las condenadas convenciones. En aquella oportunidad la descripción que entregaba hacía referencia a la mascara que se pone el hombre cuando integra el ámbito en el cual se desarrollan estas aburridas y tristes ceremonias.
Mis lectores recordaran el punto de vista apuntado al referirme a estos acontecimientos -que abarcan desde la sociedad hasta el circulo familiar- y por su cuenta habrán sacado sus propias conclusiones. En aquellas lineas podían vislumbrarse ciertas criticas (que no hace falta volver a mencionar) hacia una distinguida y repetida convención que se da cada año, en la cual, los presentes sonríen, brindan, se desean buenos augurios y queman pirotecnia olvidando el propósito principal por el cual se habían reunido. Pero eso es tema viejo y ahora quiero hablarles de otra clase de hipocresía y contradicción: los matrimonios religiosas (y si se quiere; cristianos)
Fuentes de gran credibilidad afirman que el matrimonio es una institución social que crea un vinculo conyugal entre sus miembros. Se distingue entre matrimonio religioso y civil; en tanto que el primero podría definirse como la unión de dos personas por medio de la religión y basados en la fe y sus creencias y el segundo es aquel que se celebra ante un Juez señalado legalmente con dos testigos mayores de edad.
¿Porque no podría ser esta "institución social" una que este solidificada sobre los cimientos del amor entre sus miembros, evitando alianzas o ceremonias, y dando lugar a la consumación del matrimonio mediante la ardiente hermandad de la palabra? ¿Acaso las personas se unen, en primer lugar por civil para dejar constancia de su unión y sus respectivos derechos, y en segundo lugar por iglesia para pertenecer al cristianismo; o realmente realizan estos acontecimientos porque descubrieron que al estar enamorados esta era una forma de demostrar su amor a los demás? ¿Ustedes creen que todos los miembros de esta unión conyugal comparten sus creencias religiosas o respetan los requisitos prometidos ante un Juez?
Si yo me encontrase en una situación de amor recíproco con mi pareja no optaría por ninguna de las dos opciones para confirmar mi compromiso para con ella. Yo podria prometerle ser bondadoso, acompañarla en la fortuna como en la adversidad y conservar mi fidelidad, sin ninguna alianza o firma escrita que se entrecruce. Yo creo que el amor entre dos personas no necesita de ningún vínculo que lo avale. Tanto el matrimonio cristiano como el civil son meras apariencias que se dibujan ante los hombres que ignoran su existencia. ¿Que va a concederte el firmar cientos de papeles reconociendo los derechos de los conyuges, que no sea otra cosa mas que enriedos en los ennombramientos y líos en las herencias cuando el vinculo se rompe antes de de lo provisto? ¿Que va a concederte el compartir una alianza de oro con tu pareja que no sea otra cosa mas que simulaciones religiosas y creencias basadas en la ilusa fe que nadie te garantiza?
Sostengo que el verdadero matrimonio es aquella unión mediante la palabra, mediante el sincero amor que se esconde bajo la piel de los dos miembros y permanece escondido al conocimiento de los posibles y futuros familiares.
¿Cuantas de las parejas que celebran su boda ante las instituciones de hoy en día, permanecen fieles o asisten a la iglesia del señor para revalorizar las creencias cristianas que comparten? ¿Cuantas viejos millonarios son engañados hoy en día cuando sus jóvenes y bellas señoritas les piden el divorcio y se adjudican parte de su capital?
No nos engañemos mas queridos amigos; los matrimonios son una mentira. La perla de fuego del amor es un alianza invisible que no intenta simular lo que realmente siente. Lo demás -largos vestidos blancos, trajes de gala, ramos de flores, firmas escritas, alianzas de oro, agua bendita- son solo cuentos de hadas.
"Hasta que la muerte los separe" es sola una etiqueta con la cual se bendice al matrimonio cristiano olvidando que la vida, inevitablemente, va a separar hasta los cuerpos que mas amor se entreguen.
Cuando dos personas se aman, inmediatamente, están en una unión. Pero en la vida el amor se desgasta y aunque al final de los tiempos ambos miembros sigan viéndose la sombra, terminaran solos tal como han venido al mundo, producto de la procreación de sus antecesores, siendo mitades que buscan unificarse nuevamente.
Luego todo es historia repetida y con lo cual podría decirse que aquellas dos mitades que se hayan encontrado deberían comprometerse a citar: "Hasta que la vida nos separe"



miércoles, 27 de enero de 2010

IGNORANCIA


Debido a varios aspectos que posteriormente describiré, podemos considerar que la “ignorancia” mata al hombre por partida doble.
Primera partida: metafóricamente, una de las muertes que acecha el hombre es aquella que recibe este último cada vez que escucha el silencio que nace al cabo de citar sus palabras.
Ante toda clase de insultos verbales y precipitadas calumnias que se manifiestan en contra de cada hombre, no existe mejor defensa que la ignorancia que puede obtenerse dando paso al silencio y sentenciando tales agresiones.
Es sencillo imaginar el grado de decepción que siente aquel hombre que insulta cuando nota que sus palabras son “ignoradas”. Sencillamente este hombre se siente vencido. Obtiene una derrota en la partida que emprende hacia su enemigo y queda de rodillas. Literalmente, es defraudado por si mismo; jamás imagino sentir el rechazo que puede sentir un hombre cuando escucha que el silencio es el único que responde; y esa no es respuesta que le cause cierto agrado. Metafóricamente, muere.
Es asi como, en esta primera partida, el silencio es el principal protagonista en la batalla que comienza la ignorancia. El silencio, sordo y ciego, ignora la voz que proclama insultar por propio capricho y afortunadamente logra callarla sin el mínimo esfuerzo.
En debidas circunstancias se debe optar por el silencio y evitar el esfuerzo que causa pronunciar palabras sin noción de lo que realmente se pronuncia. Puede que más tarde se solicite declarar ante juzgados penales con miembros a los que les gusta hablar por hablar más que a los sentenciados, y es muy probable que sean pocos los que deseen ser esclavos de sus palabras.
Segunda partida: metafóricamente, otra de las muertes que acecha al hombre, propietario de su ignorancia, es una que lo ata de pies y manos a un poste de madera anclado varios metros bajo tierra, sobre el cual, limitado en sus movimientos y usos de libertades, observa como el poder arremete sobre su cabeza y le extrae las viseras para arrojárselas a las bestias, que mas tarde, tambien se harán cargo de lo que queda de su cuerpo.
Con los artilugios que nos facilita nuestra imaginación, podemos hacernos una idea de aquello en lo que se convierte el hombre cuando el poder del estado es el principal huésped en su casa. Literalmente, el poder de un estado solo surte el efecto deseado en aquellos hombres carentes de conocimiento. La incesante búsqueda del saber es un freno para el avance del poder sobre los pueblos y es precisamente por este motivo que el gobierno de turno jamás sera aquel que promueva interesantes proyectos intelectuales. Les conviene promulgar una ley de educación básica y menos ambiciosa; ¡el gobierno no necesita hombres inteligentes que interrumpan su acción y si, en cambio, hombres ignorantes y pobres, hombres seducidos por la felicidad que les prometen regalar con los absurdos subsidios que les otorgan!
Lamentablemente es de esta manera, como con su propia ignorancia, el hombre muere nuevamente; tal como un suicida se corta sus venas, el hombre pone fin a su historia al ignorar su ignorancia. Y es precisamente en estas circunstancias donde el silencio no debe ser una respuesta al abuso de poder. En dicha situacion debe ponerse en marcha el batallón de las palabras del saber y evitar la manipulación.
Finalmente llegamos a un análisis de las dos partidas donde el hombre muere victima de la “ignorancia”. En la primera partida, esta ignorancia es una compañía que junto al silencio logra defendernos. Pero en la segunda partida la situacion se revierte y en este caso, el silencio es el más temible crimen que podríamos cometer si llegaríamos a utilizarlo como herramienta de defensa. Tal es asi como en la primera partida se desprende la conclusión de que todos podríamos valernos de la ignorancia ya que todos podríamos callar y sentenciar con nuestro silencio a aquellos que intentan insultarnos. Pero no ocurre lo mismo en la segunda partida ya que de utilizar el silencio moriríamos de pronto y la ignorancia seria una solución fatal. Con lo cual, resta preguntarnos: ¿Con que armas vamos a defendernos la próxima vez que el poder visite nuestra casa para abusar de nuestras libertades y derechos? ¿Y si la próxima vez llegase tan rápido de modo que no podríamos defendernos? ¿No habrá llegado la hora de entrenar al batallón de las palabras del saber? ¿No habrá llegado el momento de derrumbar la casa en la que habita nuestra ignorancia y comenzar a ahorrar para ser dueños de la posada del conocimiento; aquella en la cual nadie cae de intruso y donde nadie más que nosotros mismos puede reposar inalterable?

domingo, 24 de enero de 2010

CARNIVOROS


Cuando vulgarmente decimos que la carne que compramos es tierna, es precisamente porque al masticarla la misma va desarmándose en pequeños trozos que podemos digerir fácilmente. La carne tierna nos permite desmenuzarla con la mínima fuerza y luego de varias dentelladas, solo nos queda el grato sabor que supo entregarse a merced de nuestros dientes asesinos. Una carne tierna difícilmente gane la batalla de nuestra alimentación en parte carnívora. Dada su materia física, rápidamente vencemos la mínima resistencia que ella opone a nuestra dentadura.
De todas maneras, no todas las carnes son asi de tiernas y las hay mas duras. Son aquellas carnes de mayor resistencia y de infinitos nervios las que nos enfrentan sin miedo, las mismas que golpeamos a martillazos para facilitar su introducción a nuestro estomago. Y pobres, indefensas y limitadas carnes que nada mas tienen que hacer que entregarse al servicio de ese martillo que sobre su cuerpo echa su ira, debilitando sus músculos; solucionando de esta manera aquel problema para ingerirla con facilidad.
Es asi que existen dos tipos de carnes: una que nació y murió sin ninguna alteración sobre su apariencia física y otra que fue alterada por ese gran martillo debido a su falta de ternura.
Entre las carnes, con su variado comportamiento ante los modestos comensales, y los humanos, con su indiferente sociedad; existe un amplio paralelismo: tal como las dos clases de carnes reciben diferentes tratos, el humano comparte con ellas el trato que la sociedad le otorga dentro del ambiente donde le toca vivir: la ciudad.
Al igual que las carnes, existen aquellas personas que la sociedad bautiza con el precioso apodo de “tiernas”. Son ellas, tan bellamente observadas por todos los ojos, las carnes que se dejan comer fácilmente. Estas personas, demasiado buenas y amorosas y algo silenciosas, son las constantes victimas de abusos de libertades y derechos. Muchos parecen confundir su “excesiva ternura” con “excesiva bondad”. Consiguientemente a tal confusión, acechan su libertad y su ternura buscando una infinita bondad y solo consiguen traicionar el trato que creen estar brindándoles. Porque no es el “ser tierno” aquel que va a jugarse hasta su vida por los caprichos de sus compinches y si, en cambio, aquel que entregara su alma para que los demás la conozcan y por fin entiendan quien es en verdad. Pero lamentablemente pocos logran comprender los mensajes del alma y muchos se hacen de malentendidos. Es esta una desgracia que entristece a aquellos corazones tiernos que en repetidas ocasiones son pisoteados por los pies de la sociedad, disminuidos por los dientes de una boca que disfruta comerlos fácilmente.
Por el otro lado quedan aquellas carnes llamadas “duras y llenas de nervios” que son martilladas hasta que su cuerpo se convierte en un indefenso trozo de carne para luego ingerirse. Son estas las que se asemejan a muchas personas que la misma sociedad tambien golpea, alegando que son tiempos en los que hace falta educación y orden. Desmedidas corporaciones de poder golpean a esas personas como aquel martillo lo hacia sobre esa carne; dicen intentar ablandarlas pero solo desean debilitarlas para manipularlas y luego hacerlas desaparecer tal como la boca ingiere ese trozo maltratado y modificado en su naturaleza. Pero esas personas nada más intentan vivir su vida tal como el destino lo ordena. No son ni mínimamente nocivas para la salud y su comportamiento les ha sido conferido para ajusticiar a aquellos eternos confundidos que traicionan a los corazones sabios. Han aparecido para proteger a las carnes tiernas de los dientes asesinos y no necesitan de ningún martillo que las golpee sin motivos certeros. Pero las situaciones resultan ser adversas y todo parece indicar que aquellos martillos seguirán creciendo dentro de la fábrica del mal para seguir machacando sin piedad. Aunque nadie necesite de su presencia algún presagio parece traicionar las buenas intenciones desvirtuando la balanza del bien. Las carnes tiernas querrán que las carnes nerviosas las protejan, pero todo indica que desde el fondo de las oscuridades un poder malicioso intenta vencer su resistencia, aparentemente, sin motivo alguno.

miércoles, 13 de enero de 2010

MUERTE

Existe un único momento, de suma importancia e impacto, que llega inevitablemente en la vida de todo ser vivo: la muerte. Es ella, frecuentemente, el único hecho que “cuestiona” la existencia del hombre. Quizás cualquier otro acontecimiento se pasee desapercibido ante su vida, pero el momento culminante en que la mortalidad del ser se hace presente, es un suceso que pone en marcha el profundo pensamiento del hombre.
La llegada de un inminente fin angustia, confunde, aturde y enceguece su paso por la vida. El solo hecho de pensar que algún día su cuerpo caerá sin fuerzas al suelo, para nunca más levantarse, complica la existencia del ser.
Resulta entonces muy común entender a aquellas personas que dicen que la vida no tiene un sentido genuino. En un principio su idea suele ser comprensible y no es nada raro que a lo largo de los años de la humanidad esta hipótesis siga vigente. Pues la razón del ser no cesa y en su marcha ordena una detenida reflexión y pensamiento para cada hecho que el ser lleva a cabo. Sería muy egoísta de su parte ignorar algo tan trascendental y épico como la vida misma.
Es así que la razón del propio ser es la única responsable de su angustia y confusión. A través de ella, nuestra conciencia es gobernada para imperar en sus correspondientes súbditos: las acciones. La conciencia solo responde a su inmediato superior al igual que todas nuestras acciones responden a ella. Y es a través de cada una de nuestras acciones cotidianas que sentimos lo que sentimos, que sufrimos por vivir lo vivido para terminar angustiados y confundidos.
Son esas obedientes acciones los cabos finales que determinan la conclusión sobre nuestra existencia. Mediante sus cabos va tejiéndose el gran telar de nuestra existencia y en repetidos viajes de viceversa entre ellos y nuestra conciencia, vamos obteniendo las diferentes determinaciones sobre el campo de la razón.
El hombre que vive su vida, se olvida en cierta parte de su razón y de su conciencia con sus respectivas acciones y posteriores conclusiones. Aquel hombre que ha nacido y que durante su vida lo ha preocupado el gran dilema de su existencia, ha sido un hombre que no ha podido vivir. Este hombre solo ha pensado en la muerte, en su llegada en tiempo y lugar. Indefectiblemente no ha vivido una vida, pues es imposible vivir pensando en la muerte.
Finalmente puede citarse que la vida es ese rejunte de pequeños trozos que quedan el camino; trozos carentes de pensamiento. Pues todo lo demás es materia de reflexión sobre nuestra existencia y solo confunde y sofoca.
La vida puede o no tener sentido, pero para que el hombre la viva, irremediablemente debe pensar en la muerte. Sino… ¿Qué sentido podría tener la vida si fuera eterna? ¿No es la muerte aquel broche de oro que cierra un suceso completamente inentendible como la vida, pero que no obstante nos invita a vivirla?

martes, 12 de enero de 2010

LIBERTAD

La libertad es la varita mágica que le concederá al hombre el truco de su existencia. Es un extenso campo que le permitirá galopar como si fuera un caballo, pero a que a la vez tambien podrá extraviarlo. La libertad de cada hombre es tanto suya como de los demás y es por esta misma razón que cierta vez se convierte en una espada de doble filo. Disfrutar de una libertad incondicional será para el hombre como haber tocado el cielo con las manos. Sera un suceso excitante, una droga que olvidara sus pesares, pero que puede convertirse en una adicción si no se la sabe administrar. Pues al igual que todo lo bello de este mundo, la libertad tambien esconde debajo de su capa, la trampa de su pronta apariencia. Si el hombre, luego de gozar de una libertad esplendida, suelta las riendas que lo mantienen junto a su caballo y deja que este ultimo las conduzca a su antojo, puede verse en serios problemas y existe la posibilidad de que su libertad jamás vuelva a ser la misma.
Todo se trata de un autocontrol. El hombre debe recordar que su libertad es una sola y alcanza a toda la humanidad. Debe tener presente que solo su gran aprecio le corresponde, pero que su uso se ve limitado por los demás. Esta totalmente permitido que el hombre sueñe con su libertad, que sea pasajero de ese bello tren que lo conduce hacia los verdaderos motivos de la existencia, pero nunca debe perder el control. Aquel tren puede descarrilar y aquella libertad puede desaparecer para siempre.
En muchas ocasiones aquel tren ha descarrilado a merced de conductores desenfrenados que muy mal obraron. Solamente ellos tienen conciencia del error cometido y lejos, en un rincón de su memoria, se ubica el sabor de aquella libertad; aquel sabor que nunca más han podido probar. En los tiempos en que vivimos muchos son los desenfrenados a los que su libertad les fue rebautizada con la palabra “condicional”, manchando de esta manera aquella belleza etérea. Aquellos hombres han cometido uno de los delitos que más frecuentemente se cometen en la sociedad de hoy en día: violar las derechos de los demás. Al violar los derechos de los demás corrompieron la libertad de todos, hasta la de ellos mismos. Es así que, tal como lo citan las páginas de la historia, que profesan por hacer de cada individuo el ser más correcto, las leyes los han condenado.
Quien sabe porque motivo, a veces, las condenas de aquellos individuos no son condenas perpetuas. Es notorio ver cómo, luego de que algunos infractores de su libertad y sus derechos ya han cumplido sus condenas, vuelven a circular por las calles buscando en cada esquina aquel sabor que han perdido en gran parte. ¿Sera justo que alguien que se aprovechó de su libertad para corromper la de los demás, vuelva a transitar las mismas calles que todos? ¿Merece una segunda oportunidad aquel desenfrenado hombre amante del demente libertinaje? ¿Acaso está permitido que esos caballos salvajes cabalguen nuevamente amenazando a los demás ciudadanos? ¿No es esa actitud, un motivo que basta para cortarle las piernas a aquel animal? Si es la libertad una espada de doble filo… ¿Podríamos volver a permitir que aquellos hombres que perdieron el control vuelvan a lastimarnos con su punta? Recordemos que la libertad nos embiste a todos y nadie está exento de portar este arma y usarla en contra nuestro. Algunos de todos nosotros seremos quienes decidimos que pena le corresponde a aquel que ya ha dado el primer disparo. Suplico que seamos razonables y revisemos las condenas, quizás el día de mañana podramos salvar nuestra vida y la de los demás. No dejemos que la libertad se convierta en libertinaje y que tampoco se manche con estúpidas condiciones.

viernes, 8 de enero de 2010

SUICIDA


Existen motivos que a pesar de no ser justificaciones que respaldan la decisión tomada, alcanzan a dar una visión y un entendimiento sobre el contexto que antecede a la acción finalmente consumada. Lo demás es palabra de cada uno. Solo los mismos "suicidas" apoyarían la ideal del suicidio, y seria correcto pensar que los demás "vivientes" se mostrarían completamente opuestos a tal acto, defendiendo a cada instante el valor de la vida.
Si por alguna razón de la ciencia se dispusiera de la posibilidad de dialogar con el sujeto suicidado, luego de que este ultimo haya cometido su propio crimen, quizás podrían establecerse datos suficientemente verídicos que ayudarían a resolver el caso. Pero debido a que esta posibilidad resulta ser completamente utópica hasta el momento, solo debemos abstenernos a lo que a quedado de este lado del camino. Con lo cual, debemos indagar en todos aquellos vínculos que mantenían algún tipo de contacto con el difunto.
Es posible que la mayor fuente de información sean los gloriosos manuscritos que pudo haber dejado el suicida anteriormente a su partida. Si contamos con tal privilegio quizás nos veamos en buena hora para dar por finalizado el caso.
Al leer las cartas que quedaron (esos fieles mensajes luego de la muerte, que van convirtiéndose en clásicas memorias, y que ya parecen ser una tradición que siguen los finados por cuenta propia) es muy común que nos encontremos con algo que todos esperábamos: confesiones tristes y sombrías, relatos de demonios luciendo capas negras y rojas que por las noches se hacían escuchar, vociferando presagios de males eternos y existencias insuficientemente valederas.
Ciertas confesiones van conformando los motivos que dieron el empujón final hacia la horca, o hacia el jale del gatillo, y de esta manera avalan (sin llegar a justificar) aquella decisión final en la que esos pobres cuerpos se convierten de pronto en los únicos asesinos que cumplen su condena en el cielo.
¿No creen ustedes que Dios esta siendo demasiado benévolo con ellos? ¿Acaso los suicidas, esos seres que derrochan sin piedad el regalo de la vida, merecen habitar el mismo cielo que aquellas personas que si lo han sabido valorar? ¿Son estos asesinos de carne propia seres iguales a aquellos que vivieron su vida hasta que, la naturaleza y el destino, incursionaron en sus planes? ¿Tienen ellos los mismos derechos que los demás? No creo que esto deba ser asi. Pero luego me detengo, reflexiono y entonces me pregunto... ¿Esto sera realmente así? ¿Estará ese gran vagón de suicidas transitando alegremente por el cielo o algún otro Dios lo habrá ajusticiado para enviarlo hacia el temible infierno? Si finalmente esto es así, me quedo mas tranquilo.

martes, 5 de enero de 2010

SOLEDAD


Hoy tengo 20 años y ya no soy el mismo niño que creía en las palabras de los demás. Las noches mas oscuras me han golpeado como al peor de los jinetes sobre ese caballo inquietamente galopante, y junto a su fuerte sacudida me han ayudado a despertarme. Las bofetadas han sido fugaces, pero fuertes. Gracias a ellas supe tomar conciencia y coraje. Me han enseñado que en la vida ya no queda lugar para alguna clase de arrepentimiento o lamento cotidiano, y creo haber entendido que solo el que actúa rapidamente, con solida conducta y decidida perseverancia, es aquel que puede sacarle una ventaja a las recaídas.
En mi corta, pero intensa existencia he aprendido muchas cosas sobre yo mismo. He aprendido miles de cosas que en ninguna escuela se enseñan y que me servirán en un futuro para controlar el pulso de mis actos. No habrá lección mas interesante que la que me ha enseñado la vida hasta ahora: el hombre esta condenado a ser libre.
Resulta raro pensar en dicha afirmación en los tiempos que corren. Tiempos en los que parece ser que el hombre sufre el miedo inmediato de quedarse completamente solo, parado en medio de la vida. Este es un miedo que parece crecer día a día y es el mismo miedo que el ser alimenta y respalda; complicando su camino con obstáculos inexistentes, esquivando los caminos del tiempo por temor a crecer. Es que el ser teme al paso de los años, teme a la muerte y sin saberlo vive eternamente condenado a ser libre.
He aquí el punto principal de la cuestión, pues esa misma condena hacia la libertad es la que provoca su gran temor. El hombre sabe que esta condenado a ser libre y sabe que a largo plazo la libertad se convertirá en la mas temible soledad. Y es esta ilusoria soledad la que no desea conocer, esa misma que aportara su ayuda para alcanzar su madurez, esa misma que lo angustiara profundamente pero que sin lugar a dudas, sera la única que podrá convertirlo en un verdadero hombre.
El hombre sostiene que la soledad puede hacerlo colapsar. Cree que la soledad es un campo solitario que solo incitara su desconsolado llanto. Pero el hombre solo cree y no experimenta. Se aparta de la verdadera soledad y vive su vida con aquella imagen que lo atemoriza notablemente, perdiéndose de esta manera, la oportunidad de alcanzar la madurez.
Gracias a dios yo me he animado a experimentar. No se si lo que he conocido habrá sido exactamente la soledad, o algo parecido. Pero me he sentido completamente agobiado y triste, como si descansara durante un momento bajo un árbol sombrío y viejo. ¿Habrá sido esa una angustia? No lo se. Solo podría citar que me he animado a vivir sin miedo. Como si algún pájaro invisible me enviara señales al oído, he transitado lentamente los caminos del tiempo sin temor alguno. Cierta vez me he visto con la muerte en momentos efímeros, pero supe ganarle la pelea. Recuerdo que otras veces, cansado de tanto luchar, he vuelto a descansar sobre la sombra de aquel árbol y en estas ocasiones me sentía igual de solitario, pero esta vez mas guerrero. ¿Habrá sido la madurez? Creo que tampoco podría responder esta pregunta con certeza y solo podría citar que a lo largo del viaje solo deseaba ser libre y jamas he temido sufrir la condena de la soledad; esa condena tan sabia y vital que me ha ayudado a ser un hombre.

lunes, 4 de enero de 2010

LEYES


¿Que son las leyes? ¿Cuan importantes son para la sociedad de hoy en día? ¿Que pretenden y porque han sido inventadas para establecerse entre la comunidad? ¿Pretenden ser ellas las que modifiquen el desarrollo de los hechos a su antojo? ¿Que tan correcto resulta movernos por la vida, caminando sigilosamente sobre esa soga que imposibilita movernos demasiado hacia un lado u otro? ¿Quien ha inventado las leyes? ¿Quien?
Tratando de establecer algunos puntos de reflexión que expliquen estos grandes dilemas, me encuentro ante una clasificación de dichas leyes que abarca dos extremos: por un lado siento visualizar a un gran grupo, una mayoría enormemente mediocre, ignorante e irracional. Pues creo que para que muchas leyes permanezcan vigentes durante varios años e intocables al paso del tiempo, debe de existir un grupo así. Es común pensar que toda ley que nace limita su existencia ante el entorno donde se acomoda su desarrollo. Con lo cual, cuando la ley comienza a caminar y no encuentra otras piedras en su camino más que miles de cabezas carentes de pensamiento, se siente cómoda y vive sin problemas. Se desarrollada con la mayor naturalidad. Es así que esta primera clasificación se resume en un grupo que lamentablemente crece, aportando con su frágil conducta una prolongación a la vida de varias leyes y reglas.
Llegando al otro extremo logro visualizar otro grupo, que lamentablemente aparece como una minoría. Este otro grupo es como un muro que se armo con los ladrillos de la reflexión y el planteamiento. Un grupo opuesto a aquel otro, dotado de un pensamiento tranquilo y justo, que crece en pos de un espíritu de defensa propio. Es un grupo que reflexiona detenidamente y que en su actitud desafiadora afronta a cada ley arremetiendo con fuerza y valor su desarrollo. Debido a esto, toda ley se ve fuertemente amenazada y con algo de suerte puede obtenerse el objetivo que se ha buscado desde un principio: la intervención de dichas leyes para su futura modificación.
Los integrantes de este pequeño grupo que debería crecer y dejar de ser una minoría, cierta vez no cuentan con dicha suerte y sin mas alternativas se ven obligados a romperlas para ser condenados finalmente. Y aunque a veces la condena es dura, prefieren pagar el precio del poder a renunciar sus ideales.
Y aquí doy por finalizada mi segunda clasificación. Queda todo dicho y no creo que haga falta destacar de qué lado estoy. Soy un hombre que tiene ambiciones pequeñas y sueños enormes. He nacido añorando la libertad sin siquiera conocerla y por nada del mundo podría permitir que alguna ley me alcance y corrompa sin antes luchar por destruirla. Creo que jamás debemos sentir el deshonor de abandonar los ideales. Que el brazo a torcer no se una alternativa que pueda usarse cada vez una ley nos acecha. El poder solo quiere mas poder. Muchas leyes tratan de usar su poder en contra de todas aquellas cosas que amenazan su crecimiento. Es así que el cajón de de las censuras se llena de pronto y dentro de el quedan miles y miles de verdades que no deberían haber visto la luz. Muchísimas son las verdades que al poder lo golpean y por ello deben ser tapadas mediante leyes increíbles. Y todo resulta ser un juego sucio y raro. Las leyes que nacen de este propósito no más que un invento, no son más que un medicamento que genera más virus.
Recuerden que las leyes siempre estarán vigentes. Pero que solo aparecerán cuando les convenga aparecer. Es por eso que debemos luchar y frenar su maldito poder. Que nuestra fuerza sea mayor, que oponga una resistencia imbatible. Que nuestro discurso nos ampare y que más tarde envié a todas esas leyes de regreso a la cámara de la que jamás debían haber salido. Pero no nos rindamos. Peregrinemos juntos como un solo grupo, con una voz perseverante, ambiciosa de cambio. Seamos nuestra propia ley y nuestro propio castigo. Volvamos a preguntarnos quien ha inventado las leyes y llenos de esperanza proclamemos que su modificación y/o extinción será posible.