martes, 12 de enero de 2010

LIBERTAD

La libertad es la varita mágica que le concederá al hombre el truco de su existencia. Es un extenso campo que le permitirá galopar como si fuera un caballo, pero a que a la vez tambien podrá extraviarlo. La libertad de cada hombre es tanto suya como de los demás y es por esta misma razón que cierta vez se convierte en una espada de doble filo. Disfrutar de una libertad incondicional será para el hombre como haber tocado el cielo con las manos. Sera un suceso excitante, una droga que olvidara sus pesares, pero que puede convertirse en una adicción si no se la sabe administrar. Pues al igual que todo lo bello de este mundo, la libertad tambien esconde debajo de su capa, la trampa de su pronta apariencia. Si el hombre, luego de gozar de una libertad esplendida, suelta las riendas que lo mantienen junto a su caballo y deja que este ultimo las conduzca a su antojo, puede verse en serios problemas y existe la posibilidad de que su libertad jamás vuelva a ser la misma.
Todo se trata de un autocontrol. El hombre debe recordar que su libertad es una sola y alcanza a toda la humanidad. Debe tener presente que solo su gran aprecio le corresponde, pero que su uso se ve limitado por los demás. Esta totalmente permitido que el hombre sueñe con su libertad, que sea pasajero de ese bello tren que lo conduce hacia los verdaderos motivos de la existencia, pero nunca debe perder el control. Aquel tren puede descarrilar y aquella libertad puede desaparecer para siempre.
En muchas ocasiones aquel tren ha descarrilado a merced de conductores desenfrenados que muy mal obraron. Solamente ellos tienen conciencia del error cometido y lejos, en un rincón de su memoria, se ubica el sabor de aquella libertad; aquel sabor que nunca más han podido probar. En los tiempos en que vivimos muchos son los desenfrenados a los que su libertad les fue rebautizada con la palabra “condicional”, manchando de esta manera aquella belleza etérea. Aquellos hombres han cometido uno de los delitos que más frecuentemente se cometen en la sociedad de hoy en día: violar las derechos de los demás. Al violar los derechos de los demás corrompieron la libertad de todos, hasta la de ellos mismos. Es así que, tal como lo citan las páginas de la historia, que profesan por hacer de cada individuo el ser más correcto, las leyes los han condenado.
Quien sabe porque motivo, a veces, las condenas de aquellos individuos no son condenas perpetuas. Es notorio ver cómo, luego de que algunos infractores de su libertad y sus derechos ya han cumplido sus condenas, vuelven a circular por las calles buscando en cada esquina aquel sabor que han perdido en gran parte. ¿Sera justo que alguien que se aprovechó de su libertad para corromper la de los demás, vuelva a transitar las mismas calles que todos? ¿Merece una segunda oportunidad aquel desenfrenado hombre amante del demente libertinaje? ¿Acaso está permitido que esos caballos salvajes cabalguen nuevamente amenazando a los demás ciudadanos? ¿No es esa actitud, un motivo que basta para cortarle las piernas a aquel animal? Si es la libertad una espada de doble filo… ¿Podríamos volver a permitir que aquellos hombres que perdieron el control vuelvan a lastimarnos con su punta? Recordemos que la libertad nos embiste a todos y nadie está exento de portar este arma y usarla en contra nuestro. Algunos de todos nosotros seremos quienes decidimos que pena le corresponde a aquel que ya ha dado el primer disparo. Suplico que seamos razonables y revisemos las condenas, quizás el día de mañana podramos salvar nuestra vida y la de los demás. No dejemos que la libertad se convierta en libertinaje y que tampoco se manche con estúpidas condiciones.

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