viernes, 8 de enero de 2010

SUICIDA


Existen motivos que a pesar de no ser justificaciones que respaldan la decisión tomada, alcanzan a dar una visión y un entendimiento sobre el contexto que antecede a la acción finalmente consumada. Lo demás es palabra de cada uno. Solo los mismos "suicidas" apoyarían la ideal del suicidio, y seria correcto pensar que los demás "vivientes" se mostrarían completamente opuestos a tal acto, defendiendo a cada instante el valor de la vida.
Si por alguna razón de la ciencia se dispusiera de la posibilidad de dialogar con el sujeto suicidado, luego de que este ultimo haya cometido su propio crimen, quizás podrían establecerse datos suficientemente verídicos que ayudarían a resolver el caso. Pero debido a que esta posibilidad resulta ser completamente utópica hasta el momento, solo debemos abstenernos a lo que a quedado de este lado del camino. Con lo cual, debemos indagar en todos aquellos vínculos que mantenían algún tipo de contacto con el difunto.
Es posible que la mayor fuente de información sean los gloriosos manuscritos que pudo haber dejado el suicida anteriormente a su partida. Si contamos con tal privilegio quizás nos veamos en buena hora para dar por finalizado el caso.
Al leer las cartas que quedaron (esos fieles mensajes luego de la muerte, que van convirtiéndose en clásicas memorias, y que ya parecen ser una tradición que siguen los finados por cuenta propia) es muy común que nos encontremos con algo que todos esperábamos: confesiones tristes y sombrías, relatos de demonios luciendo capas negras y rojas que por las noches se hacían escuchar, vociferando presagios de males eternos y existencias insuficientemente valederas.
Ciertas confesiones van conformando los motivos que dieron el empujón final hacia la horca, o hacia el jale del gatillo, y de esta manera avalan (sin llegar a justificar) aquella decisión final en la que esos pobres cuerpos se convierten de pronto en los únicos asesinos que cumplen su condena en el cielo.
¿No creen ustedes que Dios esta siendo demasiado benévolo con ellos? ¿Acaso los suicidas, esos seres que derrochan sin piedad el regalo de la vida, merecen habitar el mismo cielo que aquellas personas que si lo han sabido valorar? ¿Son estos asesinos de carne propia seres iguales a aquellos que vivieron su vida hasta que, la naturaleza y el destino, incursionaron en sus planes? ¿Tienen ellos los mismos derechos que los demás? No creo que esto deba ser asi. Pero luego me detengo, reflexiono y entonces me pregunto... ¿Esto sera realmente así? ¿Estará ese gran vagón de suicidas transitando alegremente por el cielo o algún otro Dios lo habrá ajusticiado para enviarlo hacia el temible infierno? Si finalmente esto es así, me quedo mas tranquilo.

1 comentario:

  1. ¿Cual es la necesidad de atar? Este ensayo me parece la justificación de la ciencia especializada en peritaje. eMa

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