martes, 13 de octubre de 2009

DESAHOGO


Pocas personas se ven ajenas a la etapa destructiva que, desafortunadamente, siempre toca su vida. De pronto, cuando el sol brilla como un diamante en la inmensidad, la ciudad despierta maltratada por las mismas manos que una vez intentaron adornarla.
En su afán de querer extraer de su cuerpo esa mala compañía que parece haberlo visitado, el ser actúa con violencia sin sentido y en repetidas ocasiones, intenta despojarse de esta extraña influencia que lo aqueja.
Todo aquel que lo observa, y que ya ha culminado dicha etapa dejando sus marcas sobre la piel de la ciudad, critica desmedidamente esos actos y supone una actitud de victima. Fingiendo opinar con absoluta maduración sobre el tema. Sosteniendo en su inconsciente, que el mismo nunca actuaria de esa manera. Engañándose a si mismo, porque el tambien alguna vez lo ha hecho.
La ciudad, que nunca ha traicionado a nadie, lo sabe todo. A ella nadie le miente y ella nunca inventa verdades. Sabe perfectamente lo que pasa pero se ve reprimida en su intento de expresarlo. Pues no tiene métodos relativamente reales para hacerlo.
Si de todas maneras pudiera, no cesaría jamás de volcar toda su ira. Dejaría a toda la población abrumada y sorprendida. Todos actuarían nuevamente de victimas. Ocultándose los unos a los otros bajo sus mentiras.
Porque, si hay algo que queda bien claro, es que en la aburrida y solitaria compañía de una noche sin luna, nadie osa por hacer algo benéfico, pues de nada le serviría, ya que nadie lo observa. Es así que el ser, cada vez menos humano, actúa con locura pareciendo querer librarse de algo que realmente lo molesta. Pero en realidad nada lo esta perturbando. Solo desea emerger, pero no lo logra.
Es precisamente en su intento fallido donde se sitúa el verdadero origen de su actitud. De esta manera, este ser ahora convertido en un pez, intenta desahogarse. En el mismo intento por hacerlo, lo golpea de inmediato un desinterés parcial, clasificando como un verdadero ignorante y despreocupado. Mostrándole que se ve como un pez ahogado en la pecera del mundo. Haciéndole sentir en su interior, que esta fracasando en el intento de salir a la superficie para hacer contacto con la realidad, que poco a poco, le quita el aire.

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